Movimiento Obrero

El Movimiento Obrero fue el blanco del plan de exterminio de la última dictadura cívico-militar. Aun así, el 27 de abril de 1979 las y los trabajadores organizaron una huelga general. 

Por Guido Dreizik (*)

 

El 72% de los desaparecido/as eran obreros/as, empleados/as o trabajadores en general, esto permite inferir que el objetivo principal del plan de exterminio de la dictadura oligárquico-militar era el Movimiento Obrero.

No descubrimos nada con esto, pero queremos establecer un punto de referencia en esta especie de memoria de los cuarenta años de democracia ininterrumpida desde el punto de vista de los trabajadores.

La dictadura no solo asumió matando y haciendo desaparecer, si no implementando un aceitado mecanismo de destrucción de los derechos que los trabajadores habíamos logrado.

Así, la intervención militar a las organizaciones gremiales, la revisión de las leyes de Asociaciones Profesionales, de Contrato de Trabajo y de Paritarias, la suspensión del derecho de huelga, y el régimen de prescindibilidad a los empleados públicos constituyó una batería de medidas destinada a doblegar a la clase y garantizar la mayor ganancia posible a las patronales.

En principio las respuestas desde los/as trabajadores fue sectorial y desarticulada, no obstante, rápidamente comenzó a percibirse la resistencia del MO que, a través de paros y movilizaciones, fue generando las condiciones para una contraofensiva popular según la caracterización de la etapa que hicieron algunas organizaciones políticas de la época, no tardando en llegar la primera Huelga Nacional el 27 de abril de 1979 después de tres años de dictadura.

La dictadura no solo asumió matando y haciendo desaparecer, si no implementando un aceitado mecanismo de destrucción de los derechos que los trabajadores habíamos logrado.

La medida consolidó el poder del movimiento obrero logrando unificar los conflictos sectoriales y elevando el carácter político de las luchas, emergiendo como referente Saúl Ubaldini.

Con gran esfuerzo militante y sufriendo la encarcelación, desaparición y muerte de compañeros, la unidad fue gestando un nuevo paro nacional. Este fue el 30 de marzo de 1982.

Tres días después los militares deciden invadir Malvinas, iniciando una gesta que, aunque concitó la adhesión popular, ya que es una reivindicación muy arraigada en nuestro pueblo, no resultó sino una nueva frustración.

Más de 150 paros y movilizaciones de distintos sectores del Movimiento Obrero registradas durante los años que duró la dictadura desde 1976 a 1983 (Fuente IDEP-CTA para agenda temática 2008) dan cuenta del profundo rechazo a la dictadura y sus políticas de entrega.

Con este bagaje de experiencias el movimiento obrero aborda la etapa democrática y se apresta a recuperar los derechos perdidos junto a otros sectores políticos de la sociedad.

En los primeros años de la flamante democracia se pudo verificar la disputa entre el MO y los grupos económicos favorecidos por la dictadura que derivaron en trece paros que tuvo que enfrentar el gobierno del doctor Alfonsín.

Los trabajadores teníamos en claro que debíamos elaborar nuestro proyecto político para la Nación y así se convocó al Congreso de la CGT de Corrientes (con participación del CISPREN) de donde surgen los 26 puntos programáticos del Movimiento Obrero siendo el NO pago de la deuda externa el primero de la lista.

Recuperando la iniciativa política se pudo enfrentar el plan de privatizaciones que se difundía en presuntos debates a través de los medios y que concretamente encaraba el flamante ministro alfonsinista Rodolfo Terragno. Este fue Convocado por el presidente Raúl Alfonsín en 1985 para el Congreso Pedagógico y luego fue designado Secretario de Estado en 1987 y como Ministro de Obras y Servicios Públicos de la Nación impulsó una política de privatizaciones de las empresas públicas como Austral Líneas Aéreas y otras, con la férrea resistencia del movimiento obrero organizado.

Con este bagaje de experiencias el movimiento obrero aborda la etapa democrática y se apresta a recuperar los derechos perdidos junto a otros sectores políticos de la sociedad.

Con profundos debates internos y con un incipiente desarrollo de un programa nacional, el movimiento obrero se dispuso a cambiar el signo político del gobierno que daba muestras de continuidad, en lo económico, de algunos aspectos de la dictadura manteniendo vigente la ley de entidades financieras con la que se había legalizado la especulación y el robo entre otras cuestiones, aunque llevaba adelante una dura batalla para juzgar a la cúpula militar responsable del genocidio.

La falta de estabilidad fue el signo del cambio de gobierno y Carlos Menem, beneficiado con el voto del movimiento obrero que veía en él la reivindicación histórica de los 10 años felices de nuestro pueblo, no tardó en urdir la más fabulosa traición a la patria.

En nombre del peronismo se dispuso a destruir todo lo construido por el peronismo.

Los sucesivos planes impuestos por el FMI fueron fracasando gracias a la resistencia del movimiento obrero, y luego del Plan Brady se necesitaba un amplio acuerdo que condicionara el crédito internacional a la destrucción del Estado.

Como la sede del Tesoro de los EEUU, el Banco Mundial y el FMI están en Washington el nuevo plan se dio en llamar Consenso de Washington 

La administración Menem acató el plan en su totalidad consolidando la entrega y la sumisión.

 

El gremio de prensa

El Sindicato de prensa que había participado en las luchas por la recuperación de la democracia, que había logrado unificar y recuperar las entidades sindicales de prensa de la provincia intervenidas, que llevó a la FATPREN la visión política de nuestros afiliados y que aportó su presencia en el congreso de la CGT en 1986 siempre entendió que los trabajadores debíamos tener un proyecto desde la clase.

Así, observando con estupor como Menem llevó adelante un plan que la dictadura no había podido alcanzar, la destrucción del Estado y la flexibilización laboral, nos dispusimos a elaborar una estrategia que nos permitiera recuperar la iniciativa política.

La práctica de discutir con los compañeros de toda la provincia a través de los congresos, siempre nos proporcionó una visión bastante amplia de la situación de los trabajadores en general y la de los de prensa en particular.

Nuestro gremio, siempre preocupado por las condiciones de vida de los trabajadores, emanadas de las disposiciones convencionales pero también de las condiciones generales, del medio ambiente en el que vivimos y las circunstancias en las que desarrollamos nuestras tareas, fue delineando un proyecto.

Así, observando con estupor como Menem llevó adelante un plan que la dictadura no había podido alcanzar, la destrucción del Estado y la flexibilización laboral, nos dispusimos a elaborar una estrategia que nos permitiera recuperar la iniciativa política.

Advertimos el flagelo de la flexibilidad laboral y las consecuencias para la salud y la vida de los compañeros y surgieron así propuestas como la de afiliar a aquellos compañeros trabajadores de las comunicaciones, en relación de dependencia o no, dando cuenta de las nuevas formas del trabajo autogestionado y otras.

A la par, vimos la necesidad de confluir nacionalmente con todos los que consideraron al “Consenso de Washington” como la nueva forma de la dominación imperialista a través del FMI.

Esta búsqueda de articulación nacional nos puso en la tarea de construir una representación política de los trabajadores que considere la necesidad de la “autonomía” y la “elección directa de sus representantes”, así fue que fuimos orgullosamente parte de los fundadores de la CTA.

 

La democracia

Observando la experiencia de la clase trabajadora a lo largo de estos cuarenta años de democracia, debemos concluir que el saldo en términos generales no es del todo positivo ya que no ha sido justamente un proceso virtuoso. 

Con un incremento de la pobreza que va del 18% en 1983 al 42% en el 2023, con 4 millones de indigentes y con el 54% de los menores pobres, la desocupación es un verdadero flagelo, la pobreza es la condición de la mayoría de los trabajadores, la flexibilización laboral está aceptada como normal y como si fuera poco el futuro se presenta con la incertidumbre de la falta de un proyecto en clave popular.

A cuarenta años de recuperada la democracia, resulta imprescindible recrear el proyecto de los trabajadores para una Nación para todos, con justicia social.

“Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado. La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos”  dice Carlos Marx en “El 18 Brumario de Luis Bonaparte” y es interesante considerar este texto a los efectos de pensar cómo continuar nuestro camino.

Lejos estamos de pretender un balance de estos cuarenta años de democracia, pero sí es necesario reflexionar respecto de dónde estamos y hacia dónde vamos.

Buceando en nuestro pasado los trabajadores tal vez podamos encontrar elementos que permitan repensar y abordar los tiempos venideros, y ahí está en un lugar de la historia la Constitución de 1949 que como “…La tradición de todas las generaciones muertas…”  nos sigue interpelando.

Debemos instalar en la sociedad valores supremos como son la participación popular en las decisiones importantes, para disputar las cinco rentas básicas como son la petrolera, la minera, la agropecuaria, la ictícola y la financiera, para así intentar desarrollar las industrias estratégicas como la aeroespacial, la ferroviaria, la naval y la científico-técnica.

Reconstruir el Movimiento, Nacional, Popular y Democrático en clave de Liberación resulta necesario, abandonando este estado de atomización en el que estamos sumergidos porque de seguir así la letra del tango “Las cuarenta” se convertiría en mandato y no queremos eso.

(*) Trabajador de prensa, ex secretario general del Cispren

 

Tango Las cuarenta de Francisco Garrido

Con el pucho de la vida
Apretado entre los labios
La mirada turbia y fría
Y un poco lento el andar
Dobló la esquina del barrio
Curda ya de recuerdos
Como volcando un veneno
Esto se le oyó cantar

Vieja calle de mi barrio
Donde he dado el primer paso
Vuelvo a ti doblado el mazo
En difícil barajar
Con una daga en el pecho
Con mi sueño hecho pedazos
Que se rompió en un abrazo
Que le diera la verdad

Aprendí todo lo bueno
Aprendí todo lo malo
Sé del beso que se compra
Sé del beso que se da
Del amigo que es amigo
Siempre y cuando le convenga
Y sé que con mucha plata
Uno vale mucho más

Aprendí que en esta vida
Hay que llorar si otros lloran
Y si la murga se ríe
Uno se debe reír
No pensar ni equivocado ¿para qué?
Si igual se vive
Y además corres el riesgo
Que te bauticen gil

La vez que quise ser bueno
En la cara se me rieron
Cuando grité una injusticia
La fuerza me hizo callar
La esperanza fue mi amante
El desengaño mi amigo
Cada carta tiene contra
Y cada contra se da.

 

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