Género y trabajo

Los reclamos por la equiparación de derechos laborales entre mujeres, varones y diversidades resuenan con más fuerza. Especialistas aseguran que es la matriz para combatir otras desigualdades. Coinciden en que es necesaria mayor participación femenina en los sindicatos.

 

Por Virginia Digón (*)

 

En los últimos 40 años que transitó la Argentina en plena democracia mucho se ha avanzado sobre los derechos de las mujeres. El movimiento feminista, grupo heterogéneo de colectivos que tienen en común el reclamo por la igualdad de derechos entre mujeres, varones y personas del colectivo LGBTIQ+, se volvió masivo. 

Fue luego de 2015 con el primer grito de ¡NiUnaMenos! en contra de la violencia de género, que todo aquel movimiento integrado en general por un grupo reducido de comunicadoras se masificó, la sociedad y las mujeres en particular tomaron más conciencia de sus derechos y esto permitió llevar esa mirada a las instituciones, a la justicia, a las escuelas, a los Estados. 

La mirada con perspectiva de género permitió incluso hacer una revisión sobre los procesos históricos que no tuvieron en cuenta a la hora de escribirlos, los aportes de las mujeres o las violencias sufridas. 

La aprobación de leyes que plantean un cambio hacia la igualdad ha sido el lugar de mayor avance en este sentido. Claro está que no siempre la sociedad y las instituciones están preparadas para cumplimentar en forma real ese mundo ideal plasmado en las bancas del Congreso. 

Argentina es un país pionero en la región en la sanción de leyes: la ley 26.485 de Protección Integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia (del año 2009), la ley de matrimonio igualitario (2010), la ley de Identidad de Género (2012), que es usada como base y ejemplo en otras legislaciones del mundo. También la ley 27.610 de Interrupción voluntaria del embarazo (2020), el decreto que reconoce el DNI no binario, la ley 24.012 de cupo femenino en la política (1991) y ley de cupo en eventos musicales (2019). A ello se suma un centenar de fallos que marcaron jurisprudencia y un cambio sustancial en la forma de leer las causas judiciales. Por mencionar una, en 2012 se incorporó al Código Penal el agravante por “violencia de género” (femicidio) en el artículo 80 de homicidios.

Pero hay un punto en el que se ha avanzado, aunque poco, y es el ámbito laboral. 

Argentina cuenta con una ley de Contrato de Trabajo del año 1974 que poco refleja estos cambios antes mencionados. Sí es menester mencionar que el acuerdo 190 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre la eliminación de la violencia y acoso laboral fue ratificado en Argentina mediante la Ley 27580 en 2022.

Fue un paso clave para comenzar a visibilizar y tratar una de las violencias más silenciadas, que son las que ocurren en el ámbito del trabajo. Es más común oír sobre denuncias de violencia de género en el contexto doméstico que en el contexto laboral y no es porque ocurran menos.

 

8M y Paro Internacional de Mujeres

Desde 2016 el movimiento feminista a nivel mundial realiza llamados a la huelga. “Si nuestras vidas no importan, produzcan sin nosotras” es el lema que encabeza cada 8 de Marzo. Esto ha llevado y revalorizado las condiciones laborales de mujeres e identidades feminizadas en el campo del trabajo formal (remunerado) y el trabajo doméstico. 

Con el fin de aportar miradas especialistas a la discusión y el análisis con base en la legislación teórica y práctica, las abogadas María Martha Terragno, María Paula Lozano y Luciana Censi compilaron un libro con aportes colectivos que titularon Derecho Laboral Feminista. Allí 16 especialistas de distintas disciplinas abordan los temas que son las consignas principales de los reclamos: brecha salarial, el sistema de cuidados, acceso al trabajo, violencia laboral, teletrabajo, maternidad, la salud laboral con perspectiva de género, el rol de las organizaciones sindicales y los derechos laborales de personas travestis-trans.

 

 

“Hay un vacío normativo que determina que muchas de las desigualdades estructurales, como el rol estereotipado de los géneros que produce la división sexual del trabajo, estén invisibilizadas en los convenios de trabajo”, advierte María Terragno. 

Desde el movimiento feminista se ha intentado poner nombre y ejemplos concretos a estas desigualdades: se le llama techo de cristal a una especie de “barrera invisible” que aparece cuando las mujeres se acercan a la punta de la pirámide en la jerarquía corporativa y se les bloquea la posibilidad de avanzar en su carrera profesional. O el “suelo pegajoso” que se llama a las dificultades de mujeres para salir del ámbito doméstico e insertarse en el mercado laboral. Hay numerosos conceptos que han sido medidos estadísticamente por estudios de géneros incluso que se han ido incluyendo en mediciones como las de la Encuesta Permanente de Hogares del Indec que en 2013 comenzó a medir el uso del tiempo donde se pudo detectar cuántas horas le dedican mujeres y varones a las tareas domésticas y de cuidado.

 

Mayor tasa de empleo, iguales tareas de cuidado

En 2022, el Gobierno Nacional mediante un decreto reglamentó el artículo 19 de la vieja ley de Contrato de Trabajo por el cual las empresas del sector privado que tengan más de 100 trabajadores en su sede deberán contar con una guardería destinada al cuidado de sus hijos e hijas de entre 45 días y 3 años.

En marzo de 2023 se cumplió el plazo que tenía el sector privado para aplicar la normativa y lejos está aún de cumplirse. 

Es un primer reconocimiento para tratar de repartir las tareas de cuidado dentro del hogar, asumida en un 70% por mujeres, según datos del Indec.

Si comparamos los datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del tercer trimestre de 2022 con la del mismo período en 1994 obtendremos que la tasa de empleo de mujeres de entre 30 y 64 años aumentó un 9,2%. Sin embargo, ese aumento del trabajo no tiene correlación con una menor carga en las tareas de cuidado dentro del hogar. 

Las especialistas marcan que esta desigualdad es la matriz de todas las desigualdades económicas de las mujeres. Ya sabemos que al dedicar más horas de cuidado y tareas domésticas en la casa (en forma gratuita) menos tiempo tienen para trabajar en el mercado laboral remunerado, para capacitarse o para ascender a puestos de mayor jerarquía. 

Leticia Medina es doctora en Ciencias Sociales de la UNC y secretaria General de CTA. En su equipo de investigación junto a Elisa Arriaga estudian temas relacionados al feminismo y el trabajo. Si bien indica que es buena la tendencia del aumento de participación de mujeres en el mundo laboral asegura que la inserción laboral sigue siendo desigual por diversos factores.

“Uno de ellos trata sobre los sectores en los que las mujeres se insertan, que son generalmente los de baja productividad y que tienen que ver con el cuidado de personas como el ámbito de la salud, la educación y el servicio doméstico. Otro factor es la informalidad. Ahora hay un pico en la tasa de empleo, pero casi la mitad es trabajo informal”, advierte.

Por otro lado, la especialista marca la falta de acceso a cargos jerárquicos y otro factor es la distribución de las tareas calificadas. “Las mujeres tenemos mejores niveles de educación y capacitación, pero no accedemos a las tareas calificadas”.

 

Fotografía: Leo Luna

 

Cupo laboral trans

El 3 de septiembre de 2020 el presidente de la Nación decretó el cupo laboral travesti-trans del 1% aplicable a instituciones del sector público nacional. El decreto luego convertido en la ley 27636 de Promoción de Acceso al Empleo Formal para Personas Travestis, Transexuales y Transgénero “Diana Sacayán-Lohana Berkins por el Congreso Nacional en julio de 2021. 

Como suele ocurrir, las leyes ocurren antes que los cambios sociales. Son leyes necesarias, importantes y que le dan legitimación a un reclamo más que justo por las enormes desigualdades históricas que sufrieron las personas trans, que se dedican en un 80% al trabajo sexual por la exclusión del mercado formal. Esta matriz discriminatoria y machista que las excluye del ámbito laboral, incluso de sus propias familias en muchos casos, lleva a que hoy la esperanza de vida de una persona trans sea de entre 35 y 40 años. 

La aplicación de la ley, aseguran desde las organizaciones travesti trans, aún está lejos de cumplirse.

Será motivo también de que se lleve la normativa a los ámbitos privados para promover la diversidad en los ámbitos laborales.  

 

Sindicatos

La falta de agendas de género en los sindicatos es uno de los temas más recurrentes de las trabajadoras que conforman estos espacios.

“En general, los sindicatos no tienen incluida la agenda con perspectiva de género. Incluso a los feminismos les cuesta abordar el ámbito del trabajo. Hay tantas urgencias, dadas por los femicidios, los casos de abuso, de acoso, que parece que esto viene en segundo plano”, opina Terragno.

A esto se le suma la constitución propia de las estructuras sindicales que han sido ocupadas mayormente por hombres y responden a una matriz históricamente machista.  

En 2002 se sancionó en Argentina la ley de cupo en los gremios, aunque las mujeres sindicalistas aseguran que ni siquiera se llega al 30% de participación femenina.  “También, más allá del cupo, hay que ver qué rol cumplen quienes sí están dentro de las organizaciones, porque son pocas las que están en lugares de toma de decisiones”, dice Soledad Barrionuevo, de la Comisión de Género del Sindicato Sindicato Unión Obreros y Empleados Municipales (Suoem). 

 

“En general, los sindicatos no tienen incluida la agenda con perspectiva de género. Incluso a los feminismos les cuesta abordar el ámbito del trabajo”, opina María Terragno.

 

Desde esta necesidad, en Córdoba se conformó en 2017 la Intersindical de Mujeres conformada por integrantes de 25 gremios. Leticia Medina repasó los inicios de la organización: “A inicios de los años 80, con la vuelta de la democracia, hubo un florecimiento de los sindicatos y comenzaron a aparecer las primeras Secretarías de la Mujer y la Familia, como se las llamaba en esa época. Desde esos espacios las mujeres fueron construyendo una agenda propia”.

La Intersindical de Mujeres de Córdoba realizó un estudio hace dos años titulado “Trabajo y justicia social. Desigualdad laboral y el derecho al cuidado. Avances y deudas de las organizaciones del trabajo en Córdoba”.

En el informe, realizado por ocho profesionales de la comunicación, la historia, la psicología y la educación, se hace hincapié en la construcción de una agenda de cuidados para poder fomentar la participación de mujeres en la militancia sindical. Las especialistas aseguran que éste es el principal obstáculo que manifiestan las trabajadoras a la hora de la participación sindical. 

“Como todo tipo de política, requiere de tiempo. Creo que en lo sindical no se ha avanzado tan rápido como en otros ámbitos, como el legislativo nacional, provincial, incluso en los centros vecinales. Tenemos una ley de cupo del 30% que casi no se cumple”, advirtió Soledad Barrionuevo. 

Por supuesto que también hay avances. Algunos gremios, como el Círculo Sindical de Prensa y la Comunicación de Córdoba (Cispren), por primera vez en la historia ganó las elecciones con una lista conformada en un 50% por trabajadoras mujeres o identidades feminizadas. Además, el sindicato de las y los trabajadores de prensa de Córdoba es conducido por una mujer, Mariana Mandakovic.

Para Medina, la participación de las mujeres en los gremios es “creciente y potente” y relaciona esa potencia con la articulación de las agendas propias que llevan adentro de los sindicatos junto con la Intersindical de mujeres y el movimiento feminista.

“Creo a modo general que la conciencia de todo ha cambiado, incluso la de muchos varones, también. Tenemos un cambio en la sociedad pero faltan cambios en las prácticas y es un cambio que hay que exigir”, concluyó Terragno. 

 

(*) Periodista, integra la Comisión Directiva del Cispren

 

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