El Frente Renovador de Massa y el Movimiento Productivo Argentino (MPA) están a la cabeza del gobierno de unidad nacional. La disputa de las fracciones de capital por las reservas del BCRA se lleva todo por delante.

Por Cooperativa El Megáfono*

La asunción de Sergio Massa al Ministerio de Economía no es solo un cambio en el Gabinete atribuible a los aspectos personales y políticos del hasta hace poco presidente de la Cámara de Diputados y fundador del Frente Renovador en 2013.

Expresa la iniciativa -de larga data- de una fracción de capital empresario con mayores costos en el territorio nacional que pretende impulsar medidas de gobierno, cada vez que su reproducción se pone en peligro.

Durante la década de los noventa, el plan de convertibilidad benefició fundamentalmente a las empresas trasnacionales, las únicas capaces de tomar créditos de la banca internacional y dar el salto tecnológico. Incluso el propio Domingo Cavallo, cuyo vice ministro era Daniel Marx (integrante en el actual equipo de Massa), impulsaron un Plan de Convertibilidad Completo que implicaba un dólar diferencial para las exportaciones.

En cambio, el sector empresario productor de manufacturas redujo su capacidad productiva: de 1,42 millones de puestos de trabajo en 1994 a 1,21 en 2002, inversamente a lo que ocurría en el sector de los servicios.

En los noventa, en la Confederación General del Trabajo (CGT) se produjo un quiebre que originó el Movimiento de los Trabajadores Argentinos (MTA) -liderado por Hugo Moyano- y la Central de los Trabajadores de la Argentina (CTA). Ambos realizaron el 8 de agosto de 1996 un contundente paro contra las políticas de Menem.

El 21 de junio de 2001, seis meses antes de la eclosión del gobierno de Fernando De la Rúa, Eduardo Duhalde (PJ) y Ricardo Alfonsín (UCR) fundaron el Movimiento Productivo Argentino (MPA) con la presencia del vicepresidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), Osvaldo Rial; el presidente de la Federación Agraria, Eduardo Buzzi; Dardo Chiesa, titular de Carbap; y Gregorio Chodos, de la Cámara de la Construcción, entre otros. El pedido de financiamiento y la propuesta devaluatoria eran las medidas necesarias que impulsaba este sector.

Y en abril de 2002, con el entonces ministro de Producción y hombre de la UIA, José Ignacio De Mendiguren (secretario actual de Producción de Massa), este sector empresario logró, con la pesificación asimétrica, licuar su deuda en dólares y evitar el quebranto.

Es que este sector siempre quiere expandirse en el mercado mundial trazando alianzas y negocios con corporaciones en escala. Pero también quiere, cada vez que este mercado las supera, que el costo país los salve. Y ahí van entre regulación y desregulación, según conveniencia.

Ciclos

La sucesión de esta alianza se jugó en las elecciones presidenciales en las que Menem pierde con Néstor Kirchner. Fueron las primeras escaramuzas entre el neoliberalismo con sede en Washington y el neo progresismo desarrollista global que conocemos hoy.

Aliados a Néstor y Cristina Kirchner jugaron juntos en una primera etapa, pero se aleja-ron cuando los números no cerraban producto en parte por la crisis financiera de 2008 que secaba la liquidez de capitales en los países denominados periféricos. En 2013, fundaron el Frente Renovador y ganan las legislativas en provincia de Buenos Aires. Allí también un sector del movimiento obrero, encabezado por el camionero Hugo Moyano, armó el peronismo disidente con Roberto Lavagna, José Manuel de la Sota y Francisco De Narváez.

Armados que llevaron votos del peronismo y fueron la antesala para el triunfo de Mauricio Macri en octubre de 2015. Pero el romance duró poco, ya que ni bien las políticas del gobierno de Cambiemos se orientaron a beneficiar los esquemas especulativos financieros globales con el aumento de tasas, estos sectores empezaron a manifestar su rechazo. En 2018, la UIA le pedía a Macri que baje las tasas de interés.

Si bien pusieron a su hombre en el ministerio de Producción, Dante Sica, en mayo de 2018, no alcanzó para torcer las tendencias de la situación general.

Mientras tanto, la justicia tenía sentado en el banquillo a Paolo Rocca de Techint, en la causa de los cuadernos.

Otra vez se replegaron en las causas populares que rechazaron a piedrazos la reforma jubilatoria en 2017, y todas las fracciones disidentes se unificaron en una nueva oposición al macrismo. Así nació el Frente de Todos, entre ese frente productivo renovado y el kirchnerismo mismo al que dejaron manco en 2015 facilitando el triunfo de Macri.

Una guerra

La lucha inter-capitalista que no da tregua a escala planetaria no es un slogan para ponencias en foros de sociología y política. Está siendo la que maneja el pulso de la política internacional y por lo tanto marca y condiciona el territorio nacional.

Hay un aspecto que es crucial para comprender esta realidad. Se trata del dinero: “principal mercancía de esta época del capitalismo”, tal como decía una editorial de El Megáfono en abril de 2019. De los llamados “insumos difundidos” que controlan los monopolios, es el principal. Incluso el que termina de formar el precio del aceite y la harina en la mesa de los argentinos.

Tres años más acá, la Unión Europea y Estados Unidos pelean por la apreciación de sus monedas y suben sus tasas de referencia en esa pelea de centralización. Esas oligarquías financieras imponen políticas monetarias a los gobiernos de EEUU y la UE en defensa de sus monedas (euro versus dólar).

Así es que la FED y el BCE ajustan tasas de referencia llamando a centralizar capitales que habían invertido en todos los mercados del mundo.

¿Cómo se expresa esa guerra en Argentina? Hay tres fracciones empresarias que pugnan por ampliar su escala de rentabilidad. Porque aunque los distintos ministros de Economía hablen el mismo lenguaje y digan que quieren ajuste fiscal, lo quieren por motivos diferentes: ¿quién se apropia del excedente acumulado en reservas de la Nación en el BCRA?.

Por un lado, el complejo agroexportador, que liquidó en los primeros 6 meses de 2022 19.144 millones de dólares.

El 65 % son productos primarios o manufacturas de origen agropecuario. 8 empresas (Cargill, Cofco, Viterra, Bunge, ADM, Dreyfus, ACA y AGD) concentraron el 84 % de las toneladas exportadas en 2021. 5 de estas trasnacionales tienen sus casas matrices en Estados Unidos (EEUU).

El otro complejo es el de los tenedores de letras (Leliq y Notaliq) y pases pasivos. 7 billones de pesos (52.000 millones de dólares al dólar oficial). 60 % de estos en manos de diez bancos privados: Santander, BBVA, Galicia, Macro, Credicoop, Citi, HSBC, Patagonia, Supervielle, ICBC. El Fondo Común de Inversión BlackRock tiene acciones en los primeros cuatro bancos.

Un tercer grupo, es el sector empresario nucleado en el histórico MPA, que pretende mejor financiamiento para dar un salto en la inversión productiva para exportar. Algo anunció este miércoles Sergio Massa, cuando planteó cortar la emisión del BCRA y unificar un sistema 400.000 millones de pesos para crédito para las pymes.

Otra vez en el gobierno, esta fracción empresaria, lidiará con una guerra inter-capitalista inédita que pugna por la valorización financiera del dinero, hasta ahora, el único Dios.

*Fuente: https://elmegafono.net/18255/

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