El 23 de julio, a las 19, será presentado el libro «Mártires del Evangelio» escrito por Luis Miguel Baronetto. En Casa Angelelli, Belgrano 715, Barrio Güemes. En esta nota el autor da cuenta de la militancia de las víctimas del genocidio recientemente beatificadas.
Por Luis Miguel Baronetto*
Destacar la pastoral social de los mártires riojanos es señalar la centralidad de los pobres en el mensaje evangélico. Y el compromiso con su suerte, la razón principal del martirio. En el seguimiento de Jesús, los mártires riojanos tuvieron la misma fe del Maestro. La Cruz era una posibilidad cierta si la fidelidad a la Palabra se plasmaba en obras.
Enrique Angelelli, obispo; Gabriel Longueville, sacerdote misionero, Carlos Murias, franciscano conventual y el laico Wenceslao Pedernera llegaron a la plenitud de la felicidad, la beatitud, al ser perseguidos por practicar la Justicia. Todos lo hicieron compartiendo la pastoral diocesana, que el Obispo impulsó en el territorio provincial de La Rioja.
La fe no se limitó a creer en verdades reveladas. Se hizo obra en formas de organización concreta donde los pobres asumieron su responsabilidad en la lucha por mayor dignidad y justicia. Peones rurales, mineros, empleadas domésticas y hacheros – los trabajadores más desprotegidos – fueron acompañados por la Pastoral Diocesana para cargarse la responsabilidad de ser protagonistas. Y lo fueron, en la formación que colectivamente se dieron y en los sindicatos que organizaron. Con muchas dificultades y oposiciones.
En Anillaco el obispo y sus acompañantes fueron expulsados a pedradas. En Aminga, los terratenientes destrozaron la sede del Movimiento Rural Diocesano y la casa de las monjas. En Chamical, los hacheros padecieron las presiones patronales para impedirles la concurrencia a las reuniones promovidas por los padres Longueville y Murias. En Olta, las maestras rurales se metieron en las canteras de laja para impulsar el sindicato minero que se organizó y tuvo su primera sede en la parroquia, con el apoyo del capuchino Eduardo Ruiz, y la CGTA (CGT de los Argentinos).
En el oeste, el Movimiento Rural promovió cooperativas de producción y comercialización de nueces y uvas para evitar el abuso de los intermediarios. En Santa Cruz, Famatina, Campanas, Guadancol, fueron acompañadas por los jesuitas. En Vichigasta dirigentes del Movimiento Rural reiniciaron nuevas experiencias. La persecución de 1975 obligó el repliegue. Wenceslao Pedernera se radicó en Sañogasta, donde la noche del 25 de julio de 1976, fue acribillado a balazos frente a su esposa Coca y tres pequeñas hijas.
En la Ciudad capital, se organizaron Centros Vecinales, cooperativas de consumo, talleres de corte y confección, y el trabajo solidario del Frente Juvenil en los parques de recreación para niños. También instancias de capacitación y formación. Fueron pasos liberadores donde se practicó la solidaridad, se consolidó la organización popular, se ejercitó el poder social gestionando y disputando espacios, que despertaron resistencias. La pastoral diocesana fue perseguida. La comunidad martirial ahora beatificada es la clara expresión de lo que todavía debe asumirse como desafío y responsabilidad en el hoy de los que seguimos andando.
*Biógrafo de Enrique Angelelli. Autor del libro Mártires del Evangelio.
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