La democracia a la que aspiramos debe estar orientada hacia la unidad, para poder dar la disputa y empoderar a los sectores populares. Los comunicadores y trabajadores de prensa tenemos mucho para aportar en ese proceso, haciendo periodismo, investigando y aportando datos relevantes en lugar de ser simples circuladores de la información o meros operadores. Para contribuir a un mundo más justo y equitativo, poniendo límites a los poderes concentrados que continúan saqueando y vaciando la democracia de contenido social. 

Por eso, en este contexto de lucha de clases, se hace imprescindible comprender la comunicación como parte de un proceso colectivo que debe instalar la pluralidad informativa, la justicia social y la defensa de la multiplicidad de voces y culturas. Es decir, construir una comunicación destinada a beneficiar a toda la sociedad en lugar de estar al servicio de unos pocos.

Este 7 de junio nos encuentra sin buenas noticias: ataques sistemáticos a periodistas, salarios por debajo de la línea de la indigencia, trabajadores y trabajadoras precarizados o flexibilizados que día a día ponen mucho más de lo que reciben, sostenidos solamente por la vocación de cumplir con la función social de informar.

Esa tarea, oficio o profesión que recordamos cada 7 de junio está marcada por la impronta de Mariano Moreno, porque no hay revolución sin ideas y no hay idea sin información.

El momento político, social y económico de nuestro país exige volver a revalorizar la base de nuestro oficio: investigar, verificar fuentes, situar en contexto, jerarquizar, dar forma, comentar y publicar información de calidad.

Sin embargo, la realidad habla por sí sola: el desmantelamiento de los medios públicos se materializa en el intento de cierre de TÉLAM, Radio Nacional y la TV Pública.Y en nuestra nuestra provincia, se suman el vaciamiento y desfinanciamiento de los SRT; el recorte de los planes de fomento y pauta publicitaria para los medios autogestivos; los despidos, retiros voluntarios y el achicamiento de las redacciones y de los recursos para producir.

La Inteligencia Artificial, el teletrabajo y las nuevas tecnologías asoman y confunden porque pueden producir contenido pero no pueden ni podrán producir periodismo.

Este complejo escenario se agrava por la situación salarial, que antecede a este gobierno pero que empeoró y se profundizó con las políticas gubernamentales aplicadas desde diciembre, con los peores índices económicos y sociales desde la hiperinflación de la década del ‘80. El 76% de los trabajadores y las trabajadoras de prensa cobra sueldos por debajo de la canasta básica total del INDEC, que determina la línea de pobreza.

Por todo esto, en el actual contexto, la información es un bien público que debe ser accesible a todos y todas, y los responsables de producirla deben ser protegidos. En tiempos de cultura digital, de información instantánea y redes sociales, pareciera, equivocadamente, que hay tantos periodistas como internautas o influencers. 

Estamos en medio de una tormenta perfecta en la actividad de prensa. Con el triunfo de la Libertad Avanza y la figura de Milei se termina de producir un retroceso profundo y preocupante que afecta de múltiples formas el derecho a la comunicación y a la libertad de expresión.

Insistimos en afirmar que un país que se precie de ser soberano debe promover, desarrollar y garantizar el derecho a la comunicación de su pueblo, lo que supone satisfacer la necesidad de estar informado y recibir información de calidad pero también sostener estratégicamente una política nacional de telecomunicaciones. 

La unidad de clase es esencial en este momento histórico para que podamos garantizar el derecho a la comunicación. Es innegociable, para que todos los argentinos y argentinas puedan acceder a la información en condiciones de igualdad. También, al conocimiento sin someterse a las leyes del mercado y permitiendo la libre expresión de la comunidad.

Tenemos la obligación de pensar en políticas públicas comunicacionales que garanticen la producción de sentido, desde y para las y los trabajadores.

El gobierno neoliberal fascista de Javier Milei reconoce el poder de la comunicación y lo usa de forma permanente. Hoy como nunca antes, la actividad periodística corre el riesgo de perderlo todo. Los ataques del poder hegemónico descalificando el trabajo de prensa, la infodemia impulsada para confundir y manipular pone en riesgo nuestra democracia acechada por un gobierno que se jacta de su totalitarismo anarco-capitalista.

El desarrollo de una democracia verdaderamente plena y justa es dificultoso en el panorama actual, pero necesaria para alcanzar la participación de todos los sectores y edificar un país más justo y equitativo. 

Hoy más que nunca, las trabajadoras y trabajadores de prensa recordamos lo expresado por Mariano Moreno, para La Gazeta de Buenos Aires:

“Si los pueblos no se ilustran, si no se divulgan sus derechos, si cada hombre no conoce lo que puede, vale, debe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas y será tal vez nuestra suerte cambiar de tiranos sin destruir la tiranía”. 

www.cispren.org.ar

Abrir chat
Hola
¿En qué podemos ayudarte?