En la Escuela Normal “Nicolás Avellaneda” se realizó una jornada de reflexión y debate en torno a los 50 años del Tampierazo. A cuarenta años de democracia, se conmemoró un hecho histórico en la lucha por los derechos y la justicia en un contexto político desafiante. La actividad fue declarada de interés educativo por el Concejo Deliberante de la ciudad de San Francisco.

Por Myriam Mohaded *

“A cincuenta años de uno de los hechos que marcó la historia sindical de la ciudad, su legado continúa resonando como una muestra de poder de la comunidad unida en la búsqueda de un cambio significativo”, expresó Mariana Mandakovic, secretaria general del Cispren y coordinadora del panel, quien se refirió al Tampierazo como un episodio histórico que marcó un punto de inflexión en la memoria colectiva de la ciudad de San Francisco.

Con un auditorio colmado y expectante, la jornada se realizó el miércoles último en la Escuela Normal “Nicolás Avellaneda”. La apertura estuvo a cargo del secretario de Desarrollo Territorial del Cispren, Fernando Ceresole, quien dio las palabras de bienvenida al público presente y agradeció a quienes contribuyeron para que la actividad se haga realidad.

En el marco de los 40 años de democracia, la iniciativa estuvo organizada por el Círculo Sindical de la Prensa y la Comunicación de Córdoba (Cispren), la Escuela Normal Superior Dr. Nicolás Avellaneda y la Comisión por la Memoria, Verdad y Justicia de la ciudad de San Francisco. La actividad se declaró de “interés educativo” por el Concejo Deliberante de la ciudad de San Francisco, quien en sus considerandos alude a que el «Tampierazo» de 1973 constituyó un levantamiento popular de carácter gremial  pero que «reflejaba  el malestar social y la lucha por los derechos no sólo gremiales sino también sociales de la clase trabajadora», cuyo legado perdura en la comunidad. También que el mismo  forja un espacio para la reflexión, debate y la posibilidad de seguir construyendo el espíritu crítico y el diálogo constructivo, manteniendo los valores democráti democráticos”.

Un auditorio colmado de un público que mostró su interés y realizó aportes, en el salón de actos de la Escuela Normal «Nicolás Avellaneda».

Luchas en defensa de los trabajadores

El inicio del debate estuvo a cargo de Jaqueline Gómez, profesora de Historia, investigadora y Magíster en Partidos Políticos de la Facultad de Ciencias Sociales – CEA-UNC, quien se refirió al Tampierazo como una lucha cuyos protagonistas, obreras, obreros, sindicalistas y abogados laboralistas “actuaron por la defensa de conquistas que habían logrado los trabajadores” y relató, de manera minuciosa, la cronología de los hechos de esos días previos a la movilización.

El 30 de julio de 1973, la regional de la CGT San Francisco había decretado un paro de 14 horas en adhesión a la lucha que llevaban adelante lxs trabajadores de la fábrica fideera Tampieri. Recordó cómo el conflicto involucraba a las distintas ramas de la producción fideeros, molineros, transporte, comercio y viajantes”, por el retraso en el pago de sus salarios. Explicó, además, como se daba en un contexto de crisis económica y agropecuaria que incidía en la producción de numerosos establecimientos en el que se transforma el escenario productivo cerealero por el agropecuario. La fábrica Tampieri cierra, finalmente, en 1976.

Atravesados por los cuarenta años de democracia, la docente argumentó que cuando se revisita el pasado, se hace desde lo actual, pero es necesario situarse nuevamente en el contexto en el que sucedieron los hechos. En este sentido, subrayó el porqué de la importancia de la fecha que implicó la defensa de derechos. Retomó las palabras de la historiadora Mónica Gordillo, quien sostuvo que para que se de un «marco favorable para la acción colectiva deben conformarse los componentes de injusticia, agencia e identidad».

Por otra parte, Gómez explicó que “si bien muchas veces se emula al Tampierazo como el Cordobazo, el Cordobazo fue una lucha, una puesta en escena, en el sentido de ganar las calles y decirle a la dictadura del general Juan Carlos Onganía ¡acá estamos!, y también en defensa de los trabajadores. Mientras que en el Tampierazo, en el 73, la fábrica estaba tomada y se produce la movilización popular que interpelaba a las clases poderosas y a la defensa de los derechos”. Por último, rememoró: “Fueron luchas donde hubo mucho dolor y sangre, en defensa de los trabajadores, luchas en defensa de la democracia”.

Conciencia humanista y solidaridad colectiva

Por su parte, el periodista e investigador Alexis Oliva comparó los contextos del primer y segundo Tampierazo como fechas de una alta resonancia en cuestiones sociales, económicas y políticas.  El primer Tampierazo (12 de agosto de 1929) se desarrolló dos meses antes del colapso de la Bolsa de valores de Wall Street y la gran Depresión, que en nuestro país tuvo su correlato con la llamada «década infame». Mientras que el segundo (30 de julio de 1973) se dio en un contexto previo a la crisis internacional del petróleo, cuando los países árabes declararon el embargo a los de Occidente por haber apoyado a Israel en la guerra del Yom Kipur contra Siria y Egipto. Así destacó cómo los hechos fueron, más que una casualidad, una causalidad: “Las obreras y obreros de San Francisco se anticiparon a la historia, en una fábrica que se caracterizó por la explotación de sus trabajadores, en donde todos los conflictos fueron por transgresión a los derechos laborales y estuvieron signados por la conciencia solidaria”.

De izq. a derecha: Mariana Mandakovic (Cispren), Jaqueline Gómez (docente e investigadora), Alexis Oliva (docente e investigador) y Guillermo Peretti (Comisión por la Memoria, Verdad y Justicia).

El periodista se refirió también a las narrativas en torno a ambos conflictos y al concepto de éxito empresarial. En el contexto del Primer Tampierazo el de un empresario que «se hizo a sí mismo», y tuvo como protagonista a Ricardo Tampieri -padre-, y en el Segundo, a sus herederos «ya no tan legítimos», y cómo ese relato meritocrático se desplaza al presente: “Lo traigo a colación porque la meritocracia es una narrativa netamente de campaña en la actualidad. Como periodistas tenemos que develar eso, justamente como un discurso que quiere desarticular la idea solidaria de que nadie se salva solo”.

Además, aludió a la muerte del joven de 16 años, Oscar Alberto Molina, a cuya familia nunca nadie -«ni la Justicia, ni el Estado, ni los historiadores, ni los periodistas»- dio respuesta de quién lo mató, quién disparó esa bala, en un crimen que no fue resuelto ni se esclareció. “Nosotros tenemos que contar la lucha de los pueblos, con sus luces y sus sombras”, aseguró, citando al escritor Mario Benedetti. En otro momento, Oliva se refirió a Atilio López, entonces vicegobernador de la provincia y ex secretario general de la UTA y la CGT Córdoba, como uno de los protagonistas de la jornada para destrabar el conflicto del Segundo Tampierazo. Durante una entrevista periodística, López reconoce que la Policía de la provincia asesinó a Molina: “Justamente, el dirigente integrante de un gobierno popular, junto a Horacio Obregón Cano, que en febrero del 74 fueron desalojados por un golpe de Estado policial llamado Navarrazo, y luego López fue acribillado por el grupo parapolicial Triple A, el 16 de septiembre de 1974”.

“Nosotros conocimos los nombres de Rodolfo Gustavo Gallardo, Nora Graciela Peretti, Oscar Ventura Liwacki, entre otros (protagonistas del Tampierazo de 1973), gracias a una conquista de estos últimos cuarenta años democráticos: los juicios de lesa humanidad, que comenzaron en los 80 y se reanudaron a partir de 2005 para hacer justicia, aunque justicia completa sería recuperar también sus cuerpos, que los represores digan donde están. Y también hubo justicia parcial, porque se condenó a los autores materiales pero no a los instigadores”. Finalmente, resaltó la necesidad de seguir haciendo memoria: “Quisiera que recuperemos el proceso de conciencia humanista y solidaridad colectiva de aquellos obreros y obreras”.

Prensa cómplice

A su turno, Guillermo Peretti, abogado laboralista e integrante de la Comisión Memoria, Verdad y Justicia de San Francisco, celebró que la charla se diera en un contexto donde primaba un auditorio joven que nació en democracia. Luego describió cómo la historia de las represalias por el Tampierazo tuvo consecuencias en la desaparición de víctimas del terrorismo de Estado, entre ellas la de su hermana Nora Peretti y su esposo Oscar Gallardo –ambxs abogadxs laboralistas- y Oscar Liwacki –secretario de la CGT regional San Francisco-.

Peretti manifestó cómo los conflictos que se suscitaron en los Tampierazos tuvieron origen en el incumplimiento de las leyes laborales. El primero, con varias víctimas, era porque no se respetaba la jornada de doce horas, el pago de feriados, horas extras, aspectos que un siglo después vuelven a plantearse. También se refirió a otro conflicto que hubo en 1946, cuando Ricardo Tampieri no quiso reconocer al sindicato fideero.

En la exposición, Guillermo Peretti, abogado, miembro fundador de la Comisión por la Memoria, Verdad y Justicia de San Francisco.

En cuanto al Tampierazo del 73, destacó: “Hablamos de un hecho histórico que para nosotros, en San Francisco, fue la mayor concentración obrera de esa dimensión, que no se repitió en la historia. Miles de personas en las calles, desde el boulevard Carlos Irigoyen hasta Pellegrini, en una protesta por incumplimientos laborales. Se debían cuatro quincenas, medio aguinaldo, que hacía un mes había vencido. A veces, los hechos se naturalizan pero esta figura de retención indebida, está en el Código Penal, en el capítulo de Estafas y Defraudaciones”, expresó.

En otro momento de la conversación, hizo referencia a la incidencia que tuvo la editorial del periódico local “La Voz de San Justo”, del mes de abril de 1976, tres semanas después de instalado el régimen militar, responsabilizando por el Tampierazo a Liwacki y Gallardo. El abogado vinculó y analizó cada uno de los párrafos de la editorial y su relación directa con la represión y desaparición de personas.

El título de esa editorial del periódico “La Voz de San Justo”, en abril de 1976, se refería a las “Necesidades de esclarecer hechos de la delincuencia subversiva nacional”,  y solicitaba que el Gobierno militar «limpiara a la ciudad de los responsables».  “En primer lugar quiero decir, que en San Francisco no hubo ningún atentado terrorista ni del ERP ni de Montoneros -aseguró Peretti-. En relación a mi hermana Nora Graciela Peretti y Rodolfo Gustavo Gallardo, eran abogados de numerosos gremios, ocho sindicatos, entre ellos los fideeros. Su secuestro y posterior desaparición sucedió una madrugada del 12 de mayo de 1976 en el barrio El Ceibo, la misma noche que “casualmente” lo secuestran a Liwacky en un operativo dentro de la ciudad de San Francisco. Ellos vivían con su único hijo Martín, de tres años, que lo dejaron en la casa de una tía que vivía a unas cuadras, en barrio San Martín”.

Además, Peretti narró cómo después de la desaparición, tortura y muerte de su hermana y cuñado no se supo más de ellos, y sólo por las declaraciones y acceder al juicio de la Megacausa de La Perla pudo la familia reconstruir parte de esa historia. Seguidamente, argumentó otras de las razones por las que considera que la editorial de La Voz de San Justo tuvo una influencia determinante y por qué, sin nombrarlo, se refería al Tampierazo. “Eran abogados del gremio, tenían una actividad contra las patronales. Eran militantes del Frente de Izquierda Popular (FIP) – Gallardo había sido candidato a intendente y Nora Peretti candidata a concejala y diputada- pero en el FIP son los dos únicos casos de desapariciones. Ellos no estaban en la lucha armada. Todo apunta a que el motivo de la denuncia, haberlos marcado y relacionado con el Tampierazo, que resulta hasta casi obvio, ya que eran abogados de gremios, y era una concentración obrera, los vinculó».

Luego destacó que el editorial se refería al “Gobierno” cuando eran militares que habían perpetrado el golpe de Estado, y citó «…que en tres semanas ya habían demostrado el espíritu de firmeza y estaban encaminados a la persecución y objetivos de los responsables de aquellos graves atentados contra la moral, el orden y la seguridad y contra los intereses del país”. Y allí van, argumentó, «involucrando al Tampierazo como un atentado contra el país, la moral, el orden». También apuntó que la editorial menciona esos objetivos a largo plazo que habían trazado los militares en el poder y se referían a “detener una forma de delincuencia, limpiar a la ciudad de la subversión”. Y señaló que el propósito del diario era avalar «el interés de llevar la represión hasta lograr el propósito de su aniquilamiento, o sea avalando el terrorismo de Estado del modo más explícito”.

Por último, leyó un pasaje donde afirmaban que “la ciudad vivió jornadas de pesadilla, conflictos laborales, sacados de su causa, para llevarlos a la violencia”. Peretti reseñó que «se individualizan las figuras del vicegobernador de la provincia, el ministro de gobierno y activistas que vinieron de afuera, pero atribuía a otra gente local como promotora”. Y concluyó: “En el final del texto, termina refiriéndose a que si no se castiga a los inescrupulosos, los premiados después permanecen como un explosivo en potencia, aguardando la oportunidad de repetir la aventura”.

Finalmente, luego de las exposiciones, la charla circuló con numerosos relatos, vivencias y reflexiones entre quienes recordaban los sucesos de esos días y abordaban el tema casi por primera vez. Sin dudas, un aporte valioso a la memoria colectiva de las y los trabajadores. 

*Periodista.

Fotografía: Gentileza de Leandro Fenoglio –  Archivo Gráfico y Museo Histórico de la ciudad – Cispren.

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